Blog /

Motivación y rutas de aprendizaje

Decenas, cientos, miles (bueno, no sé si tantas) fueron las veces que empecé proyectos y no los terminé. Muchas fueron las veces que empecé a aprender cosas que en su momento me motivaban y, después, simplemente, las dejé para otro momento.

En algunas ocasiones, fue por falta de motivación y, en otras, por no saber bien por donde encarar la cosa. Pero, viéndolo a la distancia y estando realmente motivado con este proyecto al que llamamos apx, entiendo un poco por qué abandoné todos esos planes y te quiero contar sobre algunos problemas que hoy puedo observar.

¿Y por qué estás hablando de este tema, Marce? Bueno, básicamente porque ustedes votaron en Instagram entre varios tópicos y eligieron que hablemos sobre motivación y rutas de aprendizaje que, para mí, son dos cosas que tienen el mismo problema de fondo.

Para empezar, creo que una de las razones por las que no avanzamos o abandonamos proyectos es porque no tenemos objetivos. Pero no hablo de objetivos generales y a largo plazo, estos suelen estar claros porque son los que nos impulsan a dar los primeros pasos.

Creo que los objetivos más valiosos son los que nos ponemos día a día, semana a semana. Si no tenés idea de cómo organizarlos, al final de este artículo te muestro una técnica para hacerlo.

Siguiendo con el tema de los objetivos, pensemos en por qué es necesario que los planteemos. Básicamente, y la experiencia me lo ha demostrado, lo deberíamos hacer para ponerlos en nuestra lista de cosas “no opcionales”. Es decir, tenemos que convertirlos en una necesidad.

¿Por qué deberían ser una necesidad? Creo que si no es así, todo lo que tengamos que hacer se convierte en una opción, y ya sabemos lo que pasa cuando nos dan a elegir...

Muchas veces, el motor que nos impulsa a sobrellevar las tareas diarias son las ganas. Creemos que necesitamos ganas para hacer todo, desde lo más satisfactorio, hasta estudiar eso que no nos entra en la cabeza.

La inmediatez de muchas cosas hace que, al encarar un problema a largo plazo, nuestro cerebro lo rechace o lo ponga al final. Todo lo que nos genere satisfacción inmediata empieza a tener prioridad y nos hace vagos.

Obviamente que si estás haciendo algo y te genera malestar o angustia, deberías replanteártelo. Y de hecho, si muchas cosas te generan angustia o te tiran abajo durante mucho tiempo, deberías hablarlo con alguien y pedir ayuda.

Si lo odiás, dejalo, quizás es para otro momento o para encararlo distinto. Pero si solo te da fiaca o flojera, acordate de estas palabras: las ganas son el queso derretido del trabajo. Es un extra que no necesitamos siempre.

Además, vos y yo sabemos que apenas empezás, ese malestar se va y te entusiasmás. Acordate de esos momentos y obligate a arrancar. Arrancar es todo. Es LA diferencia.

Las ganas de hacer algo pueden no estar al comienzo y, a veces, simplemente no están nunca. Yo no me pregunto si tengo ganas de pagar la cuenta de internet o si tengo ganas de bañarme o si tengo ganas de entrenar o, incluso, si tengo ganas de trabajar. Lo hago porque es una necesidad básica.

Creo que si vas a trabajar en tecnología es necesario que empieces a acostumbrarte a que leer/estudiar/aprender es una parte más de trabajar en la industria, aunque muchas veces no tengas ganas. Si no estás al día, el mercado eventualmente te expulsa.

Por eso, te recomiendo que no esperes que todos los planetas se alineen y las ganas te broten. Mucho menos esperes a que alguien venga y te diga cómo lograr tus objetivos. Así vas a tardar mucho o nunca vas a hacer nada.

Después de vencer la fiaca y dar el primer paso, tenemos que pensar en una ruta de aprendizaje, o sea, necesitamos un plan. Y antes de hablarte de una de las tantas técnicas que existen para planificar y perseguir objetivos, quiero hacer hincapié en algo: nada, nada, nada relevante o importante se logra sin un plan.

A menos que tengas mucha experiencia, puedas improvisar en la vida y que te resulte bien, lo mejor que te podés hacer es tener un plan. Un plan es un límite necesario, es elegir un camino entre muchísimos otros. Y por eso no existe una ruta de aprendizaje ideal.

Hay tanta oferta de cursos y carreras porque cada persona, cada entidad, tiene una visión diferente de cómo encarar el aprendizaje de un tema. Así que mi consejo acá es que leas todo sobre planes y rutas de aprendizaje y armes tu propio recorrido.

Como en el mundo de la tecnología hay tantas posibilidades, una buena opción para que te guíes es consultar los planes de estudio de carreras universitarias o cursos online afines. Por ejemplo, el objetivo de la carrera en apx es llevar a personas que no saben programar a insertarse en el mercado laboral en el plazo de un año. Podés usar nuestro programa como inspiración para tu ruta de aprendizaje, miralo acá.

Si tu objetivo final es conseguir tu primer trabajo en tecnología, podés usar la ingeniería inversa para trazar tu ruta de aprendizaje. Leamos de qué se trata este método:

“La ingeniería inversa o retroingeniería es el proceso llevado a cabo con el objetivo de obtener información o un diseño a partir de un producto, con el fin de determinar cuáles son sus componentes y de qué manera interactúan entre sí y cuál fue el proceso de fabricación.”

Entonces, si te figurás como una persona que va a trabajar como desarrolladora de software, podés diseñar tu camino a partir de ese resultado.

Para eso, te recomiendo el método OKRs (Objetive and Key Results), una técnica que ha demostrado grandes resultados a la hora de gestionar objetivos. Esta metodología es usada tanto por pequeñas organizaciones, como por grandes empresas, tal es el caso de Google que usa esta fórmula desde 1999.

Básicamente, los OKRs son un método de trabajo interno que permite organizar las tareas de una empresa mediante la fijación de objetivos y de sus correspondientes resultados clave. Además, ayuda a definir grupos de trabajo y realizar un seguimiento del progreso de cada empleado.

Para aplicar esta fórmula a tu ruta de aprendizaje, tenés que definir dos cosas: objetivos y resultados clave. Los objetivos los vas a delimitar preguntándote a dónde querés llegar. Tienen que ser pocos y te tienen que indicar una dirección clara hacia dónde ir. Por ejemplo: un objetivo puede ser conseguir trabajo en tecnología.

Por su parte, vas a definir los resultados claves preguntándote cómo vas a saber que llegaste a los objetivos. Una vez definidos los objetivos, el siguiente paso es especificar una serie de resultados para cada uno de ellos.

Los resultados sirven para que el objetivo sea medible, alcanzable y limitado en el tiempo. Lo ideal sería que definas entre 3 y 5 por cada objetivo. Siguiendo con el ejemplo, los resultados claves del objetivo de encontrar trabajo en tecnología podrían ser: ir a una primera entrevista de trabajo, etc.

En tecnología todo se trata de proponerse objetivos, hacer planes y tratar de ejecutarlos. De hecho programar se trata de resolver un problema con código y ese código, básicamente, es un plan de lo que deberían hacer los datos.

Escuchá más sobre este tema en el video de YouTube que preparamos:


Convertite en

Fullstack developer

Desde cero, online y a tu ritmo.